Publicado el 23 de Enero de 2015
Los vinos rosados bien elegidos, son perfectos para combinar con pescados y mariscos; pastas con salsa de tomate, quesos o salsa blancas; arroces y paellas, sobre todo en épocas estivales, o con carnes y verduras. También son un perfecto aperitivo, por su frescura y rica acidez. Otra cualidad es que salvan el maridaje con platos que son complicados para los tintos, como las alcachofas o los espárragos.
Los vinos rosados se elaboran a partir de diversas variedades de uva dependiendo del país o región vitivinícola. Así podemos encontrar vinos rosados de Malbec, Cabernet Franc, Syrah, Cabernet Sauvignon, Monastrell, Garnacha.
Un rosado debe ser aromático. A pesar de su relativa simplicidad, su encanto residirá en su paleta de olores:
Serie floral: flor de azahar, flor de melocotón, flor de viña, rosa, tilo, iris, violeta, clavel, retama, flores secas.
Serie frutal: cereza roja, grosella, granada, almendra fresca, fresa, frambuesa, grosella negra, albaricoque, melocotón, pera, manzana, cítricos, lichi, piña, plátano, o hogo fresco.
Serie vegetal: hoja de grosella negra, pimiento.
Serie fermentada: levadura, caramelo ácido.
En función de la variedad se recomienda una menor o mayor temperatura, pero definitivamente tiene que estar más caliente que un vino blanco (los cuales se suelen servir a 8-10º) y más frío que un vino tinto (que suelen servirse entre 16-18º).
El vino rosado demanda temperaturas de servicio frescas, pero cuidado. Disfrutar de una copa de vino fresco rosado en verano resulta muy gratificante, pero no debe estar muy frío, es necesario tener en cuenta la temperatura de consumo adecuado para poder apreciar todo el esplendor que un vino rosado nos brinda.
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