Publicado el 11 de Abril de 2019
La diosa Hathor es un alucinógeno y desde el inicio fue la patrona de los borrachos. Ella misma presidía las sagradas fiestas de la ebriedad que se celebraban en el templo de Dendera.
Este templo de Dendera todavía existe, es uno de los edificios egipcios mejor conservados y recomiendo visitarlo al ilustrado y curioso viajero. Este inmueble se salvó de la estupidez humana gracias a que permaneció sepultado en la arena y el lodo hasta que lo exhumó el francés Auguste Mariette en el siglo XIX.
Volviendo a Hathor, ella era también “La dama de los orgasmos y los goces terrenales“, por su carácter festivo y lúdico y “La dama de las bellas guirnaldas” por su vinculación a la emblemática belleza del cuerpo.
Se la adoraba en un árbol llamado simocoro. ¿No es extraño este nombre simocoro?
El sicomoro es un árbol de la familia de las moráceas y del género de las higueras que tuvo gran jerarquía en el Antiguo Egipto, aunque actualmente es casi imposible encontrarlo en el Egipto musulmán, por más que uno camine y pregunte durante todo el día por ese árbol.
También se encarnaba en un sicomoro que había en las lejanas montañas libias, consideradas como el límite terrenal entre el reino de los vivos y los muertos, y ahí la diosa incansable ofrecía agua y pan a las almas que desfilaban, y también se tomaba el trabajo de sujetar la escalera para que subieran los muertos al cielo.
No sólo el sicomoro le estaba consagrado sino que además era la vaca que asoma sorpresivamente, es decir, la vaca que surge de repente mugiendo entre los papiros.
En Tebas, era identificada como la patrona de la comarca de la muerte, tenía asimismo un papel relacionado con el Más Allá como proveedora de la gastronomía de las almas que hacían su viaje por el mundo de los muertos, y era la que recibía al flamante difunto en su entrada en el Más Allá; por lo que era llamada “Señora del Occidente” o “Diosa de la Montaña Occidental”.
Además un capítulo del Libro de los Muertos declara: Aquellos que se dirijan a la diosa de la forma correcta podrán ser transportados por esta sobre su lomo. Por esta razón muchísimos egipcios entraron al Cielo montados en la vaca sagrada, es decir, como vaqueros y no como caballeros.
En los mitos se refieren a ella tanto como madre e hija de Ra. Es muy loco esto de creer que es madre e hija a la vez, así pues ella le quemaba las neuronas a cualquiera que la siguiera.
Como madre ella da a luz al Sol, y como hija, es su Ojo solar, es también el insoportable calor del Sol que puede matar.
Era a la vez era la bondadosa vaca que amamanta a los seres vivos con su leche sagrada. Pero podía reaparecer enfurecida como la leona infernal, esa que vivía solitaria en el desierto y que era capaz de acabar con la vida de un desprevenido peregrino.
En tiempos ptolemaicos reapareció un ritual basado en la idea de que Hathor y Horus constituían un agraciado matrimonio; así en la agradable fiesta de “La Buena Reunión”, la imagen de Hathor salía del santuario de Dendera y navegaba por el Nilo hacia el templo de Horus.
Tras varias celebraciones, la pareja divina realizaba su boda; y después de pasar juntos la noche, Hathor volvía a su templo.
De estos encuentros sexuales salieron hijos Harsomtus que tenía unas patas enormes y que se la pasaba sentado con los brazos cruzados, e Ihy que era el niño de la alegría y de la música.
Nadie se puede equivocar al contar la mitología egipcia, porque cualquier invención, o nueva quimera podría ser aceptada como parte nueva de la enmarañada religión.
Los egipcios dibujaban en las ánforas a la diosa Hathor. Ellos idearon como prensar el mosto para sacarle hasta la última gota de sangre al escaso brebaje, siempre siguiendo las instrucciones del otro dios excéntrico, más conocido como Osiris, pues fue este dios quien inventó el vino según los antiguos egipcios.
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