Publicado el 17 de Julio de 2015
Debido al cambio de la demanda turística, y dada la importancia de la actividad turística en esta región, desde los primeros años de la década de los noventa la política en esta materia ha propuesto estrategias orientadas a la diversificación, mediante la creación de nuevos productos turísticos y la diferenciación de los productos existentes (Baños, 1998).
Así por ejemplo el Plan de Espacios Turísticos de la Comunidad Valenciana (PETCV), persigue, entre otros objetivos, el desarrollo de nuevos productos como el turismo rural o el de interior.
Se trata así de dar respuesta a nuevas tendencias desde el lado de la demanda y la consiguiente posibilidad de acceder a otros mercados alternativos o complementarios al hegemónico de «sol y playa» (Blanquer, 2002). Mientras la cuota de mercado de este producto se reduce, aumenta la del denominado turismo activo que según Elías (2006: 41) es «aquel en el que el turista tiene interés por interactuar, conocer y apreciar la naturaleza y la cultura de sus anfitriones, con una actitud y compromiso de respetar y participar en la conservación de esos recursos». Es por ello, que en la provincia de Alicante se empieza a mirar hacia esas zonas de interior que hasta ese momento habían estado de espaldas al desarrollo turístico (Calabuig y Ministral, 1999). Estas zonas, centradas en sus actividades económicas tradicionales, se caracterizan por contener toda una serie de recursos nos naturales, culturales e históricos que le infunden una personalidad concreta y que se ajusta a lo que demanda el turista en ese momento (Tormo, 2009).
El desarrollo de la actividad turística en las comarcas de interior de la provincia de Alicante es progresivo desde finales del siglo XX. Aun así, el despegue de este tipo de turismo en esta región se considera tardío e insuficiente, si tenemos en cuenta tanto el potencial de recursos como las expectativas que suscita en municipios que en la actualidad cuentan con economías débiles basadas en las actividades tradicionales.
Una clara muestra de la apuesta por la diversificación turística la encontramos en los diferentes municipios de la provincia de Alicante que están impulsando el turismo enológico o enoturismo, objeto de estudio en el presente trabajo. Desde hace unos años se está trazando la creación de una Ruta del Vino en Alicante que discurre por los principales municipios vitivinícolas de la provincia y que pretende dar a conocer la calidad de sus vinos así como atraer a visitantes y turistas, contribuyendo así al desarrollo económico de la región.
Y es que en el llamado turismo del vino o enoturismo, hay una gran oportunidad, ya que dos actividades económicas tan dispares pero con un importante peso para la economía española, como son el turismo y la producción de vino, se unen. Teniendo en cuenta el elemento cultural que subyace en el turismo del vino, hay que hacer una mención especial al interés por la gastronomía de determinadas zonas. Así da lugar un modelo de desarrollo económico sostenible e integrador de determinadas áreas, que es capaz de dinamizar la competitividad de un territorio, incrementar y mejorar la producción vinícola, respetar el medio ambiente y mejorar las condiciones de vida de los habitantes de muchas regiones.
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