En la sesión plenaria del Ayuntamiento de Rociana de 31 de agosto de 1959 y a propuesta del concejal Diego Contreras Bejarano, se aprueba por unanimidad un nuevo nombre para el pueblo; o más bien complementarlo con un apelativo, el de Rociana del Condado, con el doble objetivo de defender el origen y calidad de sus vinos en el mercado nacional y preparar su entrada en la inmediata denominación de origen que pretendían los pueblos comarcanos de La Palma del Condado y Bollullos del Condado. Por aquellos años Rociana era el principal productor y sus caldos alcanzaban los mercados de Sevilla y Cádiz, pero tales comerciantes silenciaban su procedencia geográfica. El Consejo de Ministros aprobaría aquella iniciativa en su reunión de 31 de mayo de 1960.
Los que preparaban la denominación de origen para nuestros caldos, siguiendo las directrices del Estatuto del Vino de 1932, se llevaron algunos años de titubeos para asignarle un nombre, primero fue el de Huelva, pero al final (año de 1963) se decidieron por el de Condado de Huelva, quizás pensando que la mayoría de los pueblos de producción y criaza de estos afamados vinos pertenecieron al antiguo Condado de Niebla.
Los que preparaban la denominación de origen para nuestros caldos, siguiendo las directrices del Estatuto del Vino de 1932, se llevaron algunos años de titubeos para asignarle un nombre, primero fue el de Huelva, pero al final (año de 1963) se decidieron por el de Condado de Huelva, quizás pensando que la mayoría de los pueblos de producción y criaza de estos afamados vinos pertenecieron al antiguo Condado de Niebla.
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