Oxigenación en el Enoturismo


Publicado el 31 de Marzo de 2016


Oxigenación en el Enoturismo

El vino es un ser vivo que como tal necesita respirar, algo ocurre de modo similar con el enoturismo, el cual necesita un impulso constante para su desarrollo e innovación. Autor: Juan Daniel Moreno Olivares

“In vino veritas”, eso decía Plinio el Viejo, en el vino está la verdad y yo digo, que la verdad se encuentra en el vino. En él podemos encontrar la integridad de un “todo”, el pasado y el futuro en el clímax de la cata, es decir, de la degustación en el presente, con el discernimiento de los sabores y aromas que nos llevan a la memoria de lo “ya vivido”.

Sin duda alguna, el enoturismo ha mejorado considerablemente desde años atrás. Bien es cierto, que para que el vino exprese todas sus características organolépticas en toda su plenitud es necesaria su oxigenación; para el enoturismo no va a ser menos. Desde mi punto de vista, es necesaria una “oxigenación” del enoturismo, para seguir brindándole la oportunidad de mejorar con el paso de los años y adaptarse a las competencias del siglo XXI.

Imaginemos el siguiente símil. La oxigenación o aireación del vino viene determinada por la siguiente ecuación:

         ṅ̇=  β * A * (Co – Ci)

ṅ̇ = Cantidad de oxígeno que entra desde la atmósfera a nuestro vino.

C0 = Concentración de oxígeno en la atmósfera.

Ci = Concentración de oxígeno en el vino.

A = superficie de contacto que hay entre el vino y la atmósfera.

β = Coeficiente de transferencia de materia, que aumenta considerablemente cuando pasamos de estar en un régimen difusivo de transferencia de materia, en donde los fluidos se encuentran quietos, a un régimen convectivo en donde los fluidos se mueven.

Desde mi punto de vista, si esta fórmula la estudiamos de manera diferente, podemos transformarla en una variante para la potenciación del enoturismo. Son varios los factores influyentes en el enoturismo,  tales como calidad de los servicios ofrecidos, cantidad y calidad de las viñas, clima, competencias con otros destinos, cultura, gastronomía, geografía, infraestructuras, ofertas y un largo etcétera. Sin embargo, si nos centramos en los más importantes, podríamos fomentar y desarrollar su propósito.

 Imaginemos la siguiente fórmula:

              e = I * MktS * (C) x

e = enoturismo

I = Innovación

MktS = Marketing Sensorial

C = Calidad de los vinos

¿Por qué creo que la innovación podría ser un factor fundamental? Sin duda alguna, pienso que mediante una visión estratégica innovadora se puede ayudar al impulso de una nueva oferta de enoturismo, adaptada al enoturista del siglo XXI. Es un factor clave para el crecimiento de una bodega y sobre todo para la adaptación a las tendencias del  mercado. Son varios los proyectos que se están desarrollando en España, muchas bodegas están apostando por nuevas etiquetas, etiquetas que cuentan historias, etiquetas que aportan algo diferente y único, contándolo a través del “Storytelling”.  ¿Cómo?, un momento, ¿qué es eso de Storytelling...? Pues bien, consiste en hacer una presentación de tu marca, como si fuera una historia, ya que a través de ella va a ser más fácil que el consumidor se sienta identificado.

Pero no solo es la generación de nuevas etiquetas lo que supone una cierta innovación exitosa o algo así en el mundo vitivinícola. Gran cantidad de proyectos en las diferentes DO de España velan por sacar adelante el enoturismo. Sin ir más lejos, en la DO a la que pertenezco (DOP Jumilla) se está llevando a cabo desde hace varios años un evento llamado  “Música entre vinos”.

Aquí es donde entra, lo que actualmente se conoce como Marketing Sensorial. Música entre vinos es una manera de disfrutar con los 5 sentidos. En general, todo lo que percibimos o sentimos puede afectar a nuestro comportamiento, por tanto una apropiada estimulación de los sentidos va a ser crucial para que el consumidor muestre una mejor actitud hacia un producto u otro. Este proyecto, que se lleva a cabo en las bodegas jumillanas, invita a adentrarse en una velada  donde el gusto no predomina sobre el olfato, ni la vista sobre el oído o el tacto, se produce una fusión entre los 5 sentidos creando toda una experiencia emocional para el consumidor más allá de la mera funcionalidad del vino como simple bebida. De este modo, los recuerdos y emociones que se crean en nuestra memoria son mucho más duraderos, despertando así entre los consumidores esas emociones que el enólogo intenta despertar. Música (oído), vino y gastronomía (olfato y gusto), entorno de la bodega (tacto y vista) se unen para complacer a los usuarios en un ambiente que invita a recrearse en lo más íntimo y recóndito de una bodega. Como decía el cantautor francés George Brassens “El mejor vino no es necesariamente el más caro, sino el que se comparte”.

Hablando  de este marketing sensorial, la Ruta del Vino de Rueda ha participado este año en FITUR con un juego interactivo  donde se han monitorizado las sensaciones de los visitantes   mientras cataban los vinos. Mediante un sistema que permite medir y visualizar las ondas alfa y beta cerebrales de las personas, se muestra la estimulación recibida con cada uno de los vinos catados. Sin duda alguna, es una manera eficaz de contemplar los gustos y preferencias de  ciertos vinos para poder centrarse en la elaboración de unos vinos u otros.

Finalmente, uno de los factores clave de la que va a incrementar mucho esta “fórmula del enoturismo”  es la calidad. Calidad que debe presentarse en todo momento desde los viñedos, control de madurez fenólica y alcohólica, acidez, potencial aromático y un largo etc. que va a determinar en conjunto la buena calidad de un vino. La labor más importante desde mi punto de vista se realiza en el viñedo, un buen cuidado de este proceso, proporcionará mejores resultados a las bodegas, elaborando así vinos de alta calidad. Un buen vino no comienza en bodega, comienza en la vid.

No obstante, el esfuerzo que se está realizando en España respecto al desarrollo enoturístico ha aumentado considerablemente. Son muchas las personas y las denominaciones que luchan cada día por atraer más a esa gente que pertenecen cada día a un sector mucho más amplio, denominadas  enoturistas.

Si me permiten, me quedaría con una buena reflexión de Óscar Sánchez “el vino es cultura y la cultura debiera ser como el vino: profunda, alegre, con poso y con regusto, que bien dosificada agrade incluso a los más modestos, y que en exceso acarree estados indeseables para el individuo y la comunidad”.





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